miércoles, 1 de julio de 2009

HUELGA DEL METAL.Los porqués de un conflicto que parece no tener final


Las demostraciones de fuerza pueden estar a punto de terminar

La Voz de Galicia.
Sofía Vázquez
30/6/2009

¿Por qué no se ponen de acuerdo las dos partes de este conflicto? Para dar respuesta a esta pregunta existen varias versiones. La primera relaciona el arranque de la movilización con las elecciones a la patronal gallega y también con las de la CIG, la central nacionalista vinculada al BNG, partido integrante del anterior Gobierno gallego.
La presidencia de la Confederación de Empresarios de Galicia se la disputaron Antonio Fontenla y José Manuel Fernández Alvariño. Según distintas fuentes, el segundo, que mantenía una postura más radical que el primero frente a los representantes de los trabajadores, advirtió que la negociación sería difícil, «y no le dejó otra salida a los sindicatos que ir a la huelga; y, sobre todo, a la central nacionalista que, a las pocas semanas, celebró su congreso». Sin embargo, esta idea es descartada de forma tajante por otras fuentes consultadas. «Alvariño no está negociando en el metal. Lo hace José María Hidalgo, que es el rival de aquel. Así que esta versión carece de fundamento», argumentan.
Otro factor que está influyendo en la duración de la movilización es la alta tensión que se vive en la provincia de Pontevedra. «Se necesita un período de descompresión para que se firme el convenio», advierten fuentes próximas al conflicto, quienes apuntan también que los trabajadores «aguantarían» con sueldos de 400-500 euros porque buena parte de ellos están cambiando los días en huelga por vacaciones.
Además, ni a la patronal ni a los sindicatos les conviene la mediación de la Xunta. ¿Por qué? A los primeros, explican los mismos expertos en materia laboral, no les va a «solucionar este asunto un miembro del PP; no lo consentirían». Mientras que si la Xunta adoptase una postura próxima a los sindicatos, la solución propuesta jamás sería aceptada por los empresarios, después de soportar más de 20 días de huelga. «Solo las partes pueden llegar a un acuerdo, y ya veremos si más adelante, en septiembre u octubre, surge un nuevo conflicto laboral», subrayan
Pero, sean cuales sean las fuentes consultadas, todas coinciden en que el paro del metal -uno de los más largos de la historia de España- está a punto de concluir, entre otras cosas porque ya remató el congreso de la CIG.
Al llegar a este punto, fuentes bien informadas quieren destacar el peso que en este conflicto tiene la demostración de fuerza por parte de los sindicatos, cuya presencia en el metal es ya histórica.

¿Quién debe pagar los libros de texto?


Domingo 28 de junio de 2009

En mi casa, y como en la mía en docenas de miles de hogares de Galicia, podemos pagar los libros de texto de nuestros hijos sin que ello nos suponga un esfuerzo agotador.
Sin embargo, si a cualquiera de las familias gallegas con capacidad para asumir ese gasto con solo prescindir de algunos pequeños lujos o caprichos se les preguntara si están a favor de que los libros escolares sean gratuitos (es decir, de que se paguen con impuestos) la respuesta sería positiva en la inmensa mayoría de los casos. ¿Por qué razón? Es sencillo: porque el egoísmo individual tiende a prevalecer sobre la solidaridad social.
Pero el hecho de que esa prevalencia sea general, e incluso explicable a la vista de la condición humana, no autoriza a convertir sus indeseables consecuencias en verdades indiscutibles de la filosofía progresista.
Seamos claros: dar 2.500 euros por nacimiento, con independencia de la renta (es decir, al margen de que el nacido se apellide Pérez o Koplowitz), rebajar 400 euros en las retenciones de todos los contribuyentes o hacer los libros de texto gratuitos, no son medidas progresistas, sino iniciativas de populismo electoral que contradicen frontalmente un principio esencial del progresismo: el de la redistribución de la renta a través de la fiscalidad.
Y si eso es así con carácter general, lo es mucho más en un país como el nuestro, en el que la injusta distribución de la recaudación fiscal (procedente de las rentas de los asalariados por cuenta ajena en su inmensa mayoría) puede convertir medidas como las apuntadas en mecanismos de redistribución fiscal inversa: formas de trasladar renta de los más humildes a los más acomodados.
La Xunta de Galicia acaba de iniciar el camino contrario: ir suprimiendo la gratuidad de los libros con carácter general para acabar subvencionando a las familias de renta más baja que no pueden comprarlos sin apoyo.
Aunque, sin duda, el umbral económico fijado legalmente para que las familias reciban las ayudas (9.000 euros per cápita) es discutible, la protesta de asociaciones, sindicatos y partidos, que exigen el mantenimiento de un privilegio (pues de eso se trata, al fin y al cabo) que el bipartito convirtió en bandera de la izquierda, hace sospechar que el cuento chino del fin de las ideologías pudiera ser algo más que un invento reaccionario.
Pues ahí lo tienen: la derecha gobernante apostando por la redistribución fiscal, frente a una izquierda política y sindical empeñada en defender que se subvencione por igual a las familias que ingresan 2.000 euros que a las que ingresan 20.000. Si eso es progresismo, que venga Marx y lo vea. Salvo, claro, que ser progresista consista hoy en hacer políticas que siempre ha hecho la derecha.

BUGALLO EXPULSA AL PP DEL PLENO

EL ESCÁNDALO DE INCOLSA